lunes, 12 de diciembre de 2016

SOBREDOSIS
Fueron cuatro versos más de lo esperado,
sólo cuatro,
el alba no parió luceros esa madrugada,
ni las gotas vivas tuvieron lugar entre las hojas,
mudos los gallos y flácidas sus alas,
los aromas neutros,
oscuros los tonos,
mares ausentes de gaviotas rasantes y estelas,
el sol se ahogó en el horizonte,
sólo la escarcha hizo presencia, como velo,
sobre sus gastadas pupilas,
las teclas, que dieron vida a sus letras,
presas ya, bajo su frente rota,
la M inicia una secuencia infinita,
en el transcurso de esos cuatro versos,
que le sobraron
a su corazón herido.
Ana Birlanga Bellod (Septiembre 2016)

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