SOBREDOSIS
Fueron cuatro versos más de lo esperado,
sólo cuatro,
el alba no parió luceros esa madrugada,
ni las gotas vivas tuvieron lugar entre las hojas,
mudos los gallos y flácidas sus alas,
los aromas neutros,
oscuros los tonos,
mares ausentes de gaviotas rasantes y estelas,
el sol se ahogó en el horizonte,
sólo la escarcha hizo presencia, como velo,
sobre sus gastadas pupilas,
las teclas, que dieron vida a sus letras,
presas ya, bajo su frente rota,
la M inicia una secuencia infinita,
en el transcurso de esos cuatro versos,
que le sobraron
a su corazón herido.
sólo cuatro,
el alba no parió luceros esa madrugada,
ni las gotas vivas tuvieron lugar entre las hojas,
mudos los gallos y flácidas sus alas,
los aromas neutros,
oscuros los tonos,
mares ausentes de gaviotas rasantes y estelas,
el sol se ahogó en el horizonte,
sólo la escarcha hizo presencia, como velo,
sobre sus gastadas pupilas,
las teclas, que dieron vida a sus letras,
presas ya, bajo su frente rota,
la M inicia una secuencia infinita,
en el transcurso de esos cuatro versos,
que le sobraron
a su corazón herido.
Ana Birlanga Bellod (Septiembre 2016)
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