sábado, 17 de septiembre de 2016

PUÑETAS BLANCAS

Así es como hallé mi condición menos amable,
en el silencio,
donde todo retumba y reverbera,...
donde no valen tretas ni disfraces.
El silencio lo grita todo
y no se casa con nadie,
soy su rehén, me habla despacio y sin piedad,
cierro los oídos y los ojos
pero no hay tapones ni antifaces
que amortigüen su cruel retahíla,
el eco del silencio no perdona,
cantaré a gritos si es preciso
para alejar su martillo y sus puñetas blancas,
pero no cesa,
se ha instalado en el zaguán de la conciencia
y me lo encuentro cuando entro y cuando salgo,
lo deja claro
me susurra a gritos
¡traición!

Ana Birlanga Bellod (septiembre 2016)

 

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