miércoles, 1 de marzo de 2017

El ranchero
En la vida del ranchero,
Con sus aperos a cuestas,
Con sus abarcas gastadas,
Con el horizonte plano,
Y las viandas olvidadas,
Ocurrió, sin prever nada,
Lo más insólito para él,
Sucedió aquel día,
Que los labios de una mujer,
Su semblante y apariencia,
Se pronunciaron,
Con palabras y gesto
De perdón y amor.
Fue el ranchero a la tenada,
En busca de regalías,
En forma de agradecida
Complicidad,
Y le hizo saber a la mujer,
Que la amaría siempre.
José De Benito marzo de 2017

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