viernes, 3 de febrero de 2017

De pronto ella

No podía ver el tejido terrestre,
No distinguía entre lo esférico
Y lo continental.

Yo no conseguía palpar con las manos
La brisa, el bosque, las rocas carmesíes,
Nadar era un sueño en forma de pesadilla,
El universo, mi realidad y los astros,
No se dejaban ver tampoco.

Quise alguna vez abrazar mi realidad,
Y resulto imposible,
Pues no creía en ella, ella no existía,
El nihilismo terrible me flagelaba,
Lo hacía cada día, mientras
El tiempo – No sé qué tiempo –
Pasaba, pero no sé cuánto pasaba.

Así se sucedió eso que llaman tiempo,
Mucho de él se sucedió,
Llegué a creer que todo se sucedió.

Un día, cuando el estrato en que abundaba
Hacía mella en mi mente,
Apareció como si el firmamento
Se hubiese creado de pronto,
Una mujer,
Creo que llegada de ese universo
En el que hube de empezar a creer.

Tal fue mi amor inmediato por ella
Que ocurrió que la amé sin medida,
Por vez primera

Amé sin medida.

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