Los canes cantores
El panadero hubo de salir de su horno,
Horno muy cercano al de San Miguel,
Donde se echaba las siestas Don Abundio
Con sus perros que estudiaban
La lengua persa.
Salía aterrado pidiendo auxilio,
Pues el descerebrado veterinario,
El que sanaba al maestro de
Los canes políglotos,
Queriendo remedar
Las siestas del hombre
Con traje de amianto,
Y con levadura en grano
Bajo el guardapolvo,
Se asomó por ver el pan
Encendido, abrasándose
Los cabellos y el traje de pana.
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