martes, 12 de julio de 2016

No hay acopio de valor en el mundo,
no se ven vestigios de pureza,
las minúsculas ensenadas se abandonan.
Se sumergen en los fiordos los ilusos,
no hay sal que detenga el rebaño,...
se retuercen los sentidos del cabo.
No se conoce nadador más intrépido
que la dulce sirena, la que canta.
Y en los accidentes de tierra,
no se han visto astros sintéticos.






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