sábado, 28 de marzo de 2015

Nada ya

No está la soleada galería donde yo, con mis mentiras y tu piedad,
Me sentaba, por la sola necesidad de reprobar la palabra teñida de color.
No está la cancela por donde entraba con mesura,
No puedo entrar sin que los hierros mal tratados rechinen insultándome.
Me destapa el vendaval, poniendo en evidencia mis carnes camufladas,
Tantos años camufladas, tanto que se han quejado y pedido perdón.
Quien debe pedir perdón en esa morada llena de recuerdos perversos, añiles.
No estás tú, no sientes más que malos pensamientos ahora.
Ya nada se puede cambiar, ya nadie puede mirar sin ver.






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