martes, 24 de marzo de 2015

Domino

He caminado durante,
Tanto tiempo que no recuerdo cuanto,
Me dirigía a la casa de huéspedes,
Una casa limpia, con su galería con mecedoras,
En la que es posible tenderse sin dormir,
Bajo el abano que mueve el aire remolón.
La doña, dueña y señora, que hacía
El mejor sancocho, en un plato de loza servido,
Con algún que otro pedazo de res,
Nos atendía con seriedad profunda.
Tras la comida, con nuestros tragos del mejor ron,
Nos sentamos a jugar al domino,
Hasta que aquel sancocho pudo con
Nuestra rebeldía, dándole carga sobrada
A las mecedoras que aun siendo caobas,
Pedían ya clemencia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario