jueves, 22 de septiembre de 2016


Nadie, nada

 

Entre el olor a humedad de la estepa interminable

He caminado solo, despistado, he mirado a los lados

Muchas veces, tantas que mis pupilas se han desteñido.

Por el cansancio sonoro he parado y me he tendido

Sin idea de dormir.

Al despertar, entre la bruma a la que estaba sujeto,

Y con desconcierto, como el de un muchacho

Que mira por vez primera una mujer,

He visto ante mí, el lugar donde no se me conocía,

La estación sin trenes, sin cantina,

De madera raída por los años, de aspecto sórdido,

Y en la puerta un hombre vestido.

He intentado acercarme, he mirado la senda negra

De la entrada, y al llegar a la galería

Con la baranda gritando, he dado la vuelta,

Sin poder salir a la senda de nuevo.

El hombre de la entrada la había cerrado.

 

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