La entrada y la mujer
Una mirada de la mujer de la entrada,
un deseo con la piel,
el musgo de las mochetas,
perfumado con su ser,
la hiedra que con mesura me peina el
sentimiento,
su gesto de consentimiento generoso
y su ademán que dice hablando alto que
siga,
que no cese mi mirar ni mis pasos.
La figura y sus dibujadas alegrías
de magnética mujer,
todo ello, su cristalina intención
y su desprendida sensación hicieron que,
sin freno que buscar
pusiera mis pies a su vera,
en su aura de melodías plena.
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